Las Hurdes
1933
Luis Buñuel
Este crudo documental sobre la situación de atraso en que permanecían Las Hurdes está basado en un monumental estudio de antropología humana de Maurice Legendre, quien había estudiado Las Hurdes durante casi veinte años, titulado Las Jurdes : étude de géographie humaine (1927), que por esos años leyó el cineasta.
Con esta película Buñuel da un giro a su obra, alejándose del surrealismo ortodoxo para acercarse a propuestas más sociales y al comunismo. Pero el surrealismo (que en francés es literalmente «super-realismo») siempre aspiró a reflejar la realidad en sus distintas facetas y nunca a darle la espalda. Tanto la «Santa Objetividad», que por entonces preconizaba Dalí, como su «método paranoico-crítico», partían de la realidad para encontrar los elementos nunca vistos convencionalmente para constituir nuevas facetas del surrealismo, que no en vano, era un movimiento de rebeldía contra la sociedad burguesa en todos sus aspectos y que tenía como arma principal el escándalo. Buena parte de estos objetivos se cumplen en esta cinta de Buñuel, pues consiguió escandalizar a los gobernantes e intelectuales de su tiempo y con ello obtuvo una repercusión que permitió difundir el mensaje social y de denuncia que tenía este documental producido por el intelectual anarquista Ramón Acín.
La belleza terrible y amarga de las imágenes de Las Hurdes (el burro devorado por avispas, el entierro del niño en su ataúd blanco descendiendo por el río) encierra tanto surrealismo como los fragmentos documentales de La Edad de Oro.
En este documental se realiza un recorrido por la comarca y los habitantes de Las Hurdes. La película refleja la situación tercermundista en que se encontraban algunas zonas de España. Es polémica la legitimidad de la cinta como documental antropológico, pues Buñuel, además de rodar los habitantes y las costumbres de esta comarca extremeña, construyó en ocasiones (como muestran fotos fijas del rodaje que se conservan) escenas a la medida de sus necesidades. Puede observarse, en este sentido, que la cabra despeñada fue abatida por una escopeta cuyo humo se observa en la fotografía. Asimismo, el burro comido por las abejas, tiene las patas atadas, y coincide con uno de los motivos más obsesivos para el cineasta, el del carnuz, que ya aparecía en el ambiente de la Residencia de Estudiantes, y se puede documentar en varios cuadros de Dalí de esa época y en los burros podridos encima de los pianos de Un perro andaluz.
Algunos documentalistas, como Pío Caro Baroja le han reprochado esta manipulación de la realidad y el daño ocasionado a los hurdanos, protagonistas de una exhibición truculenta. Empero, hay que pensar en si hay algún documental que no seleccione y manipule en mayor o menor medida la realidad objetiva en dirección a los fines perseguidos, que en este caso (no lo olvidemos) eran denunciar ante las autoridades una situación de atraso a la que había que poner remedio, en la línea de los valores comunistas a los que el grupo de André Bretón se había ido acercando en la década de los 30. Cabe preguntarse si hubiera sido tan efectivo como testimonio social de no haber procedido a exagerar unas carencias que, lejos de arremeter contra el pueblo hurdano, ponían en evidencia la dejadez institucional que las habían permitido.
De todos modos pocos han discutido su extraordinaria calidad cinematográfica, pues ha sido elogiada por grandes documentalistas como Joris Ivens, Joseph Losey y Robert Flaherty. Carlos Saura la tuvo como punto de partida para su documental Cuenca.
tierra sin pan
1933
Luis Buñuel
Este crudo documental sobre la situación de atraso en que permanecían Las Hurdes está basado en un monumental estudio de antropología humana de Maurice Legendre, quien había estudiado Las Hurdes durante casi veinte años, titulado Las Jurdes : étude de géographie humaine (1927), que por esos años leyó el cineasta.
Con esta película Buñuel da un giro a su obra, alejándose del surrealismo ortodoxo para acercarse a propuestas más sociales y al comunismo. Pero el surrealismo (que en francés es literalmente «super-realismo») siempre aspiró a reflejar la realidad en sus distintas facetas y nunca a darle la espalda. Tanto la «Santa Objetividad», que por entonces preconizaba Dalí, como su «método paranoico-crítico», partían de la realidad para encontrar los elementos nunca vistos convencionalmente para constituir nuevas facetas del surrealismo, que no en vano, era un movimiento de rebeldía contra la sociedad burguesa en todos sus aspectos y que tenía como arma principal el escándalo. Buena parte de estos objetivos se cumplen en esta cinta de Buñuel, pues consiguió escandalizar a los gobernantes e intelectuales de su tiempo y con ello obtuvo una repercusión que permitió difundir el mensaje social y de denuncia que tenía este documental producido por el intelectual anarquista Ramón Acín.
La belleza terrible y amarga de las imágenes de Las Hurdes (el burro devorado por avispas, el entierro del niño en su ataúd blanco descendiendo por el río) encierra tanto surrealismo como los fragmentos documentales de La Edad de Oro.
En este documental se realiza un recorrido por la comarca y los habitantes de Las Hurdes. La película refleja la situación tercermundista en que se encontraban algunas zonas de España. Es polémica la legitimidad de la cinta como documental antropológico, pues Buñuel, además de rodar los habitantes y las costumbres de esta comarca extremeña, construyó en ocasiones (como muestran fotos fijas del rodaje que se conservan) escenas a la medida de sus necesidades. Puede observarse, en este sentido, que la cabra despeñada fue abatida por una escopeta cuyo humo se observa en la fotografía. Asimismo, el burro comido por las abejas, tiene las patas atadas, y coincide con uno de los motivos más obsesivos para el cineasta, el del carnuz, que ya aparecía en el ambiente de la Residencia de Estudiantes, y se puede documentar en varios cuadros de Dalí de esa época y en los burros podridos encima de los pianos de Un perro andaluz.
Algunos documentalistas, como Pío Caro Baroja le han reprochado esta manipulación de la realidad y el daño ocasionado a los hurdanos, protagonistas de una exhibición truculenta. Empero, hay que pensar en si hay algún documental que no seleccione y manipule en mayor o menor medida la realidad objetiva en dirección a los fines perseguidos, que en este caso (no lo olvidemos) eran denunciar ante las autoridades una situación de atraso a la que había que poner remedio, en la línea de los valores comunistas a los que el grupo de André Bretón se había ido acercando en la década de los 30. Cabe preguntarse si hubiera sido tan efectivo como testimonio social de no haber procedido a exagerar unas carencias que, lejos de arremeter contra el pueblo hurdano, ponían en evidencia la dejadez institucional que las habían permitido.
De todos modos pocos han discutido su extraordinaria calidad cinematográfica, pues ha sido elogiada por grandes documentalistas como Joris Ivens, Joseph Losey y Robert Flaherty. Carlos Saura la tuvo como punto de partida para su documental Cuenca.
tierra sin pan
A esta película le tengo muchas ganas, además ese cartel que has puesto es cojonudo.
ResponderEliminarYo la vi hace años en la incomoda filmoteca en un ciclo de Buñuel y me gustó un montón!!
ResponderEliminarGuapísimas las imágenes. Es alucinante ver cómo eran los pueblos de una región aislada en los años 30, hay algunos muy bonitos y que parecen sacados de otra época. También ver como vivía la gente, lo que además de curioso resulta a veces sobrecogedor, por las condiciones en las que vivían y lo dura que era su vida.
ResponderEliminarEn general me ha gustado bastante, pero hay dos cosas en la película que no me han gustado:
• El sonido y la música. Si ya existía la posibilidad de grabar cine con sonido, me parece un desperdicio para el documental no haber grabado y editado la película con sonido natural, ganaría muchísimo con los sonidos de fondo del pueblo, los ruidos de los animales, los niños, etc. Para muchas de las historias se podrían haber aprovechado los testimonios de los habitantes de los pueblos, en lugar de estar contados en voz en off, eso le haría ganar muchísimo. Además la música que ponen, sobre todo en la primera parte de la película, me parece muy desacertada. La música es muy rápida y muy pomposa y no pega nada con lo se está mostrando en la película, en lugar de acompañar a las imágenes y ayudarte a meterte en ellas, chirría y dificulta que entres en la película.
• El tono del documental me parece tendencioso y en ocasiones hasta demagógico. Creo que un documental debe dejar que sean las imágenes y los hechos los que hagan que el espectador se forje su opinión, y no un discurso guiado hacia unas impresiones concretas que se supone que uno se tiene que llevar al verlo. Las condiciones de vida de aquella gente hablan por sí solas, no era necesario que la narración esté llena de coletillas como “esta miserable gente” y cosas así. Además en cualquier región rural de la España (y de más países) de los años 30 habría mucho atraso y se verían muchas cosas bastante grotescas, capaces de sorprendernos a nosotros adía de hoy, e incluso a gente de la misma época procedentes de ciudades o de pueblos con un mayor nivel de vida, como sería el caso de los que hicieron el documental. Vale que en esta región por estar aislada y ser especialmente pobre, las condiciones fuesen aun peores que en la mayoría de las zonas rurales del país, pero de ahí al tono de “estamos en otro planeta” que a veces se desprende de la narración… pues como que no me lo creo del todo, y veo una gran intención por exagerar y por condicionar la opinión del espectador.
Un 7.